Tuesday, July 23, 2019
Considero que bordea lo subversivo, en el contexto de las artes visuales
contemporáneas y toda su estructura, dedicarse a la pintura, a la pintura tradicional con
todo el proceso artesanal requerido para su desarrollo. Frente a la puesta en boga y ya
masiva proliferación de las propuestas conceptuales y minimalistas, en un entorno que
se vuelve cada vez más difícil para quienes desarrollan propuestas que implican el rigor
técnico académico y o tradicional de una carrera cada vez más teórica, intelectual.
Existe pues la afirmación de la pérdida del sentido de estos procesos técnicos que
demandan largas horas de trabajo y contemplación, cuando la actualidad exige cada vez
más inmediatez, celeridad y renovación. Se habla de la invalidez y falta de argumentos
para sustentar días de trabajo en una propuesta que en un corto plazo se podría
desarrollar a partir de tecnologías digitales. Parece haberse perdido el sentido o
entendimiento de los vínculos (romance o no) que se generan entre la obra y su autor
en los largos procesos de ejecución, y reflexión, que estos implican. Así mismo, sostengo,
un sector de los intelectuales del arte parece ignorar o no entiende la comunicación que
se genera entre la obra y quien la observa, la consume, al comprender que este trabajo
fue realizado a mano (mecanismo que en su imperfección encuentra su precisa
perfección) y no por una máquina. Una carga e información implícita innegablemente
en la obra, que le da un valor agregado y que evidentemente enriquece su discurso
llegando a tocar fibras a las que ninguna herramienta digital podría llegar.
Procuro, en tal sentido, una reivindicación de la pintura a través del proceso de
desvirtualización del ready-made (materia que podría connotar y/o aludir complejas y
rebuscadas teorías o conceptos) banalizándolo por medio de ésta, reconvirtiéndolo en
el objeto burdo que fue inicialmente y generando un círculo que pretende una validez
del proceso artesanal del medio, soporte, utilizado. Porque en el romanticismo del arte
no existen paradigmas con los cuales reemplazar la mano del artista.
Giancarlo Vitor
200 x 135 cm
Acrílico/tela
150 x 150 cm
Acrílico/tela
85 x 120 cm
Acrílico/tela
35 x 70 cm
Acrílico/tela
50 x 120 cm
Acrílico/tela
Wednesday, October 01, 2014
EXPERIENCIAS EN LA PERIFERIA
Hasta este 7 de octubre permanece
en la Galeria Lucía de La Puente,
del distrito limeño de Barranco,
la última exposición individual
de Giancarlo Vitor.
Una muestra sutilmente perturbadora,
por razones que pretende insinuar
este breve texto, acometido
por Susana Torres y Gustavo Buntinx.
Al alimón.
(La redacción conyugal).
MARCANDO TERRITORIO
Hay una polisemia inquietante en la palabra y en el concepto mismo de territorio. Puede ser un área determinada por un Estado, pero también, de manera más esencial, por una persona. O por un simple animal.
Es un espacio a veces demarcado. Marcado siempre.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 54 x 120 cm, aprox.
En sus últimas obras Giancarlo Vitor trabaja esa territorialidad como experiencia de lugar, pero desde una condición periférica. En un sistema de las artes del que se siente cada vez más extrañado. Y en una circunstancia vital que lo asedia: la de su vivencia amenazada en la chacra familiar que le servía de vivienda, y ahora de taller, en los campos crecientemente amagados de Cieneguilla. Las afueras de nuestra caótica Lima, la capital de un país centralista pero descentrado, sin otra ley y orden que la especulación y las corrupciones interminables propiciadas por la incompetencia estatal y la anarquía generalizada. Con nuestros valles otrora espléndidos convertidos ahora en barriadas y botaderos clandestinos.
En el camino es la naturaleza misma la que se desnaturaliza. Como de manera análoga lo hace también la experiencia artística, devorada por su propio éxito bajo los nuevos términos mercantiles impuestos desde la revolución capitalista que trastorna a nuestro país.
Son esos trances los que habitan las producciones nuevas de Vitor. Su cotidianeidad, pero también su arte, sobreviven entre constantes negociaciones y tensiones. Su arte, pero también su vida, orbitan en el descentramiento. Una oscilación excéntrica en torno a esos ejes que llamamos “ciudad”, “campo”, “centro”, “periferia”, “cultura”, “natura”, “modernidad”, “postmodernidad”…
También “estilo”, o “tendencia”: en un giro de sutil resistencia, esta exposición de Vitor deriva hacia sugerencias indefinidas su hiperreal talento para la pintura exacta. Con resultados perturbadores por su ambigüedad.
El tiempo detenido de un reluciente auto desmantelado ––que, no obstante, podría asociarse con la serie policial “Starksy y Hutch”. O la poesía austera del cactus dejado como ofrenda en una “animita”, una tumba carretera ––cuya inscripción, sin embargo, remite al protagonista de otra serie local, el ya mítico detective Gamboa de los años ochenta. Los años de la guerra.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 120 x 210 cm
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 50 x 50 cm
Restos de una infancia dislocada, y recuperada ahora por sus libres asociaciones con instantáneas de un presente también ominoso. Según la mirada.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 25 x 16 cm
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 12 x 19 cm
Como en las insinuaciones opuestas de una encendida puesta de sol entre los árboles. Que es también una llamarada. Gente acechante en las colinas, resplandores lejanos. Y algo turbio ––acaso un cuerpo–– que asoma entre las aguas. O la belleza árida de los cerros de Lima, trastocada por el perfil vigilante de las esteras y siluetas lejanas que anuncian los avances de la especulación inmobiliaria. Una naturaleza sitiada por el gran capital que disimula sus avideces organizando el teatro de la carencia habitacional.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 30 x 30 cm
Y desde el corazón de todo ello, la novia aparente (su esposa) que en un cuadro contempla y cela la escena idílica del niño (su hijo) explorando la arboleda. Mientras en otra pintura ella empuña rígida la carabina. Sin desprenderse de su albo traje nupcial. Con destellos blancos que la vegetación del fondo parece extremar.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 150 x 150 cm
Es significativo el que esa mujer evite siempre nuestra mirada. Y se ubique en un desdibujado umbral. (Hay una comparación inevitable con las fotografías sobrecogedoras de las ronderas ayacuchanas, tomadas en 1997 por Paul Vallejos para la revista Caretas).
Paul Vallejos (revista Caretas)
Rondera
1997
1997
Fotografía tomada en los campos de Ayacucho, Perú
También el circuito plástico es una ciudad incierta, un orden arbitrario y ajeno que te succiona y desaparece con sus constantes demandas de renovación, de celeridad, de actualidad. Pero nada más actual que lo atemporal de lo propio. Y lo pausado. Las acumulaciones lentas de una pintura y una naturaleza y una condición humana arrinconadas. Existencias en el borde, al borde. De la extinción y del olvido.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Aided ready-made: 130 x 340 cm, aprox.
(cincuenta y cinco desechos encontrados y recortados
en formatos aproximados de 20 x 20 cm, cada uno)
Contra esa condena Vitor crea. Se atrinchera y espera. Y, como los animales, marca territorio. Con los desechos y excrementos de sus obras. A veces fácticamente: es quizá una trama urbana, pero también una cerca, la secuencia de “losetas” logradas con pulcros recortes de los desperdicios que transforman nuestros campos en basureros. Y en dos piezas cruciales el artífice utiliza como materia primordial la bosta producida por las vacas de su chacra. Mierda arrojada como arte al sistema finalmente escatológico de las artes.
Giancarlo Vitor
Bullshit
2014
Bosta de vaca con germinados de lechuga, malla interior de alambre:
90 x 450 cm, aprox.
Bullshit…, rezan las letras así esculpidas por uno de esos trabajos. Hay allí, claro, una tautología irónica. Pero sobre todo una réplica ––literal y figurada–– a los mandatos del arte conceptual, hoy instrumentalizado por el mercado que antes ese arte pretendiera desquiciar: como complemento preciso de esta textualidad plástica, Vitor modela con la misma técnica una cabeza académica de Marcel Duchamp. Trastornada por el golpe seminal de la pintura blanca lanzada sobre la materia fecal. Leche y mierda (Bernardo Bertolucci, Il Novecento).
Giancarlo Vitor
R. Mutt
2014
Bosta de vaca, malla interior de metal, pintura látex, madera:
80 x 40 x 40 cm, aprox.
Una materialidad que nos impacta por sus elocuencias múltiples. Sus ambivalencias. Las heces son también abono, como nos lo recuerdan los brotes vegetales que ya germinan desde estas piezas. Y eventualmente las desintegrarán.
Giancarlo Vitor
Bullshit
2014
(Detalle)
Las heces son también abono. Y la basura puede ser un sedimento. Ese abandono desde el que se construye una permanencia.
Lo relativo, finalmente, de todo.
Bullshit: sólo el desecho es real.
Palabrerías todo lo demás.
(Susana Torres / Gustavo Buntinx)
Instalación de las obras R. Mutt y Bullshit
en la Galería Lucía de la Puente
2014
Postdata:
Palabrerías, también, quizá, las de este texto. Pero atención a sus texturas.
Y las de las obras que lo impactan. Como la belleza desconcertante del mosaico construido por Vitor con los restos de nuestra opulenta miseria (post)industrial. Y (sub)urbana.
Fragmentos irregulares pero homologados por una mirada estética que es a la vez social. Rótulos carcomidos, grafitis truncos, envases seccionados, circuitos descompuestos. Vinilos sin surcos (precisamente). Y, en varias significativas ocasiones, fragmentos de las precarias carrocerías que revisten la inseguridad estructural del transporte informal. Con sus “rutas” inciertas, todavía visibles sobre las latas herrumbradas.
La utopía y ruina de esas rutas es también la de estos rescates. Descartes múltiples cuya dispersión de formas seductoras se ve paradójicamente exaltada por la grilla que las analoga bajo el formato racional de una estricta secuencia de cuadrados.
Cuadros sensoconceptuales: una textualidad nueva asoma desde la yuxtaposición inconexa de texturas opuestas. Maderas, mimbres, fierros, cementos. Todo roto siempre todo.
El desmonte de nuestra (post)modernidad hecha pedazos.
El cruce "subdesarrollado" de lo pop y lo minimal y lo informalista.
Materia material (Carlos Cueva).
Ferozmente política.
En clave raigalmente poética.
(GB)
Giancarlo Vitor
Fragmentos de obra sin título
Labels: arte, artes, artes plásticas, artes visuales, artista, contemporáneo, escultura, experiencias, fotorealismo, giancarlo vitor, Gustavo Buntinx, hiperrealismo, periferia, pintor, pintura, Susana Torres
Monday, January 21, 2013
Saturday, June 25, 2011
ITINERARIOS NOCTURNOS
La nueva
serie de Giancarlo Vitor, es la continuación del proceso de investigación en
torno a la luz y el movimiento que el artista viene desarrollando y que da como
resultado obras pictóricas de una rigurosidad cada vez más sorprendente. Vitor presenta en su
séptima exposición individual, un conjunto de cuadros en los que plasma
imágenes nocturnas de nuestra ciudad y su movimiento. Objetos lumínicos e iconos visuales de una Lima que siempre
estuvo ahí, donde crecimos pero a la que,
por momentos, sentimos ajena. Son paisajes urbanos que representan, más
que una imagen, un momento y en los que toda la violencia y agresividad de una
ciudad como la nuestra se van convirtiendo en visiones gaseosas, intangibles y
distantes. Utilizando la luz como vehículo el artista nos invita a realizar un
paseo nocturno por Lima, deambular por sus calles y avenidas, y percibirla
desde una perspectiva más distante y solitaria.
Labels: arte, artes, artes plásticas, artes visuales, artista, contemporáneo, escultura, experiencias, fotorealismo, giancarlo vitor, hiperrealismo, periferia, pintor, pintura
Wednesday, December 09, 2009
LIGHTNING
La obra anterior de Giancarlo Vitor tuvo como tema recurrente a la violencia. Con un sólido sustento conceptual su obra inicial era eminentemente ideológica en tiempos en que el país demandaba a sus artistas una directa participación a los acontecimientos que vivíamos. Pero lejos del panfleto su obra más elaborada analizaba, además, las distorsiones de la comunicación visual contemporánea, como ocurrió con una memorable serie que lo llevó a investigar en los archivos de los medios de prensa escrita más importantes del Perú, la imágenes tomadas por los reporteros gráficos, los recortes en la mesa de edición y la publicación final. Eran obras monumentales cuadros en los que el artista reproducía la totalidad de la fotografía original, las rallas donde la edición decidía cortar y la publicación final. Se trataba de una serie que llegaba a cuestionar la objetividad de la fotografía, porque de esta obra se desprende que lo que vemos a través de ella no es el mundo o la realidad, sino la percepción de éste captada por un fotógrafo. De esta serie Giancarlo Vitor fue derivando un nuevo proceso experimentando en la tradición y concentrándose en los fenómenos de la luz sobre los objetos. Eran piezas de formatos muchas veces heroicos, donde la mirada del artista magnificaba los tamaños de los detalles cotidianos para convertirlo en un eje que recibía la luz y la desplazaba a todo el entorno.
“LIGHTNIING”, la nueva serie de Giancarlo Vitor, es un vuelco total a lo que venía haciendo. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, Vitor abandona su espacio intimo, se aleja de los objetos de su cotidianidad, de su taller y sale a las calles para captar el movimiento de la ciudad en cuadros sorprendentes en los cuales el pintor reproduce a su manera el movimiento de la cámara, utilizando el gesto para otorgar movimiento a lo estático, particularmente en el caso de los carteles luminosos, o capturando el desplazamiento de automóviles cuyas luces van formando líneas de colores haciendo de esta manera que el paisaje nocturno urbano se vuelva alucinado. Así Giancarlo Vitor crea un nuevo misterio porque si en algunos cuadros la velocidad de la toma original hace que sólo quede el registro de la luz, en otros es posible avizorar automóviles o camiones avanzando a velocidades variables mientras que el entorno sólo se define por las luces que lo rodean. Son cuadros que nos asoman a esa urbe que aliena al individuo. Pinturas que nos hablan de una ciudad y ninguna: pero todos hemos estado ahí alguna vez, sabemos dónde queda, allí: a la vuelta. En esta obra, poco a poco, se van descomponiendo calles, autos, luces, para convertirse en obras casi abstractas, donde neones y vayas, azules, blancos, amarillos y verdes, son trazos de ese mundo que esta afuera, que nos toca… que nos deja atrás.
“LIGHTNING”, la muestra de Giancarlo Vitor, permanecerá en exhibición hasta el 16 de mayo de 2009
Texto basado en fragmentos de comentarios de Mirie de la Guardia y Luis Lama.
Mediante un riguroso fotorrealismo el artista fue llegando rápidamente a la madurez derivando de las acciones sociales hacia las perturbaciones del mundo interior. De esta etapa de acercamientos, prácticamente cinematográficos, de primeros planos a piezas que suelen pasar desapercibidas, les otorgaba una dimensión a través de un lenguaje más próximo al cine que de la pintura, en una obra que se encargaba de renovar nuestras formas de ver a partir de una exigente tradición de buena pintura.
El resultado se veía en obras intemporales, donde los utensilios de nuestra vida diaria adquirían el carácter de símbolos de nuestros modos de vivir, de instantes de nuestras existencias. De esta época son también las flores y los frutos, cuyos tamaños los convertía en un conjunto armónico de colores, cuyas formas solamente podrían ser aprehendidas por la retina al alejarnos de ellos.
En el 2007 , Vitor, comienza una nueva busqueda, cuyos primeros resultados son presentados el 2008 en la feria de arte ArteBA, desarrollada en la ciudad de Buenos Aires. El mismo Año, Vitor presenta NOCTURNO interior-exterior, en Allegro Galeria (Ciudad de Panama), muestra ambigua en la que muestra el proceso que determina el final de la estapa anterior de imágenes fotorrealistas para consolidar el inicio de esta nueva etapa.
“LIGHTNIING”, la nueva serie de Giancarlo Vitor, es un vuelco total a lo que venía haciendo. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, Vitor abandona su espacio intimo, se aleja de los objetos de su cotidianidad, de su taller y sale a las calles para captar el movimiento de la ciudad en cuadros sorprendentes en los cuales el pintor reproduce a su manera el movimiento de la cámara, utilizando el gesto para otorgar movimiento a lo estático, particularmente en el caso de los carteles luminosos, o capturando el desplazamiento de automóviles cuyas luces van formando líneas de colores haciendo de esta manera que el paisaje nocturno urbano se vuelva alucinado. Así Giancarlo Vitor crea un nuevo misterio porque si en algunos cuadros la velocidad de la toma original hace que sólo quede el registro de la luz, en otros es posible avizorar automóviles o camiones avanzando a velocidades variables mientras que el entorno sólo se define por las luces que lo rodean. Son cuadros que nos asoman a esa urbe que aliena al individuo. Pinturas que nos hablan de una ciudad y ninguna: pero todos hemos estado ahí alguna vez, sabemos dónde queda, allí: a la vuelta. En esta obra, poco a poco, se van descomponiendo calles, autos, luces, para convertirse en obras casi abstractas, donde neones y vayas, azules, blancos, amarillos y verdes, son trazos de ese mundo que esta afuera, que nos toca… que nos deja atrás.
“LIGHTNING”, la muestra de Giancarlo Vitor, permanecerá en exhibición hasta el 16 de mayo de 2009
Texto basado en fragmentos de comentarios de Mirie de la Guardia y Luis Lama.
Labels: arte, artes, artes plásticas, artes visuales, artista, contemporáneo, escultura, experiencias, fotorealismo, giancarlo vitor, hiperrealismo, periferia, pintor, pintura
Friday, December 14, 2007
PHOTOREALISM
Durante el siglo XVII Vermeer realizo, valiéndose de la “CAMARA OBSCURA” algunos de los cuadros más importantes de la historia del arte. Con estos propósitos él construyo una gran habitación en cuyo interior, a modo de un gran PINHOLE, había un agujero a través del cual pasaban los paisajes de Delft para proyectarse en un lienzo que se encontraba colocado en la pared opuesta y que luego seria pintado por el artista.
David Hockney describió como a lo largo de la historia los artistas se han valido de los recursos ópticos para dar fidelidad a sus obras. Estos recursos se fueron desarrollando a través de los siglos hasta la invención de la cámara fotográfica que vario la orientación de la pintura en el siglo XIX. Posteriormente innumerables medios digitales para la edición de imágenes han facilitado los sistemas de representación, convirtiéndose en una herramienta indispensable en el quehacer artístico contemporáneo.
Giancarlo Vitor, presenta este 11 de abril en la galería Lucia de la Puente “PHOTOREALISM”, su nueva muestra individual. En este proyecto pictórico el artista pone en evidencia la presencia de la cámara fotográfica, así como los recursos digitales, en su proceso creativo.
La muestra se concentra en un discurso en torno a la imagen, y permite al espectador leer y releer los cuadros, encontrando en códigos tan personales y a la vez universales como el color, el claroscuro y la composición, la verdadera voz de cada una de las obras y de cada uno de los que las observa.
David Hockney describió como a lo largo de la historia los artistas se han valido de los recursos ópticos para dar fidelidad a sus obras. Estos recursos se fueron desarrollando a través de los siglos hasta la invención de la cámara fotográfica que vario la orientación de la pintura en el siglo XIX. Posteriormente innumerables medios digitales para la edición de imágenes han facilitado los sistemas de representación, convirtiéndose en una herramienta indispensable en el quehacer artístico contemporáneo.
Giancarlo Vitor, presenta este 11 de abril en la galería Lucia de la Puente “PHOTOREALISM”, su nueva muestra individual. En este proyecto pictórico el artista pone en evidencia la presencia de la cámara fotográfica, así como los recursos digitales, en su proceso creativo.
La muestra se concentra en un discurso en torno a la imagen, y permite al espectador leer y releer los cuadros, encontrando en códigos tan personales y a la vez universales como el color, el claroscuro y la composición, la verdadera voz de cada una de las obras y de cada uno de los que las observa.
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